miércoles, 17 de septiembre de 2008

Gracias.

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Ayer aterricé en Barcelona después de la aventura griega. Después de varios días de despedidas que en realidad no fueron tales. Después de abrir ventanas cuya existencia desconocía y que ahora me resisto a cerrar. Después de vivir experiencias que ni siquiera había podido imaginar. Después de Vivir durante dos semanas. Aunque quizá los días, las semanas, no sean la mejor manera de medir el tiempo. El tiempo. Ahora soy distinto. Ahora soy mejor. Ahora brillo con una luz diferente. Mi presente ya no será nunca como hubiera sido de no haber vivido esta experiencia con vosotros. Así que he ganado una existencia nueva. Enterita. En dos semanas. Un lujo.
He aprendido sobre el amor. He aprendido sobre la belleza. He aprendido sobre el Mar y sobre el Cielo. He aprendido sobre el desapego. He aprendido sobre Dios y sobre las piedras. He aprendido de la bondad desnuda de Delphini. Me he contagiado de la risa sísmica de Manuela. Me he relajado al lado de Katja, la sirena discreta. Me he emocionado con el silbido de felicidad pura de Vicenç al timón del Malena. Por boca de Tòfol, el Mar y las piedras me han dicho muchas cosas. He visto a Óscar partir y emocionarse. Me he mirado en los ojos de Martha, la niña, la que te mira y te obliga a ser tú con un gesto invisible, la que te inunda de verdad sin pretenderlo. Me han besado los peces, me ha mecido el Malena, me han despertado halcones, ha crecido la luna, el sol se ha puesto y ha salido de nuevo, he meditado, he tenido un regalo cada día, he nadado desnudo en el Egeo, he cantado de noche en Folegandros, he nacido de nuevo y he llorado, no he pedido un abrazo y me han dado mil besos, no he librado batallas y he ganado, y no he visto delfines -ahora ya sé por qué y me lo reservo- y no he tenido miedo.

Después de todo esto, sin poder evitarlo, ya soy, también, vosotros.
Muchas gracias, un beso.
Nahr.

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